¿Qué son y para qué sirven los derechos humanos?
La historia de la Declaración de los Derechos Humanos es reciente y el año en el que surgieron no es casual: 1948. Existe, asimismo, una sola palabra que alcanza para definirlos: fundamentales. Sigue leyendo este artículo y no solo sabrás qué son los derechos humanos, sino también, cuál es la función de su existencia.
Breve historia de los derechos humanos
La Asamblea General de las Naciones Unidas presentó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en diciembre de 1948. El documento fue redactado por más de 50 Estados Miembros y ningún Estado votó en contra de su aprobación (aunque 8 se abstuvieron de votar).
La Declaración de los Derechos Humanos había empezado proyectarse en 1946, como respuesta a las atrocidades ocurridas durante la Segunda Guerra Mundial. Se empalmó, asimismo, con los cambios en el ordenamiento mundial; respecto de la organización política, así como de la importancia que adquirieron los movimientos sociales.
Sin embargo, los derechos humanos como idea pueden encontrarse mucho más atrás en el tiempo.
Un punto clave en su historia fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, surgida durante la Revolución Francesa. Es verdad que pueden rastrearse leyes y códigos de conducta hasta mucho antes del año 0. Sin embargo, una cosa es hablar de normas a seguir, y otra, de derechos que innegablemente se tienen.
Luego de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las Naciones Unidas adoptaron sucesivos Pactos de Derechos Humanos, cuya vigencia comenzó en 1976. Estos son el Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales, y el Pacto Internacional de derechos civiles y políticos. Con el segundo de estos pactos se creó, además, el Comité de Derechos Humanos, que supervisa la aplicación de los derechos civiles y políticos.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos
El documento que contiene, postula y legitima los derechos humanos comprende un “Preámbulo” y 30 artículos.
El telonero de los Derechos
El “Preámbulo” abre la declaración con 7 “Considerandos”. Estos asientan los presupuestos sobre los que los subsiguientes artículos se basarán.
Se considera, por ejemplo, que los derechos humanos han de estar asegurados por un régimen de derecho (es decir, que el derecho debe ser contrario a la tiranía y la opresión). Asimismo, se presupone que el reconocimiento de la incontestable legitimidad de los derechos es la base de la paz, la libertad y la justicia. De menospreciarse estas, se caería en la barbarie, en un ultraje de la humanidad.
Otros “Considerandos” son la promoción de las buenas relaciones entre naciones; la afirmación de la igualdad de derechos, del valor y de la dignidad humana. Se asume, también, el respeto universal y efectivo de las libertades fundamentales. Hay un compromiso para alentar el progreso social, siempre en vistas de una concepción común de las libertades y derechos concernidos.
Treinta artículos mezclados
Sea física, de expresión, de pensamiento, conciencia y religión; de asociarse con otros y para elegir el propio gobierno, doña Libertad reina sobre los derechos humanos. Sus hermanas son la seguridad (frente a otros y al Estado) y la igualdad ante la ley. Los primeros artículos de la Declaración versan sobre ellas tres. Siguen elementos puntuales, que refieren a derechos específicos.
Derecho a la propiedad, a tener una nacionalidad. A casarse solo si se quiere, desde que se es mayor de edad. Al trabajo asalariado, al tiempo libre y a las vacaciones de verano (o a las que haya). A participar de la vida cultural; a la seguridad social y a los recursos del Estado; a la educación, a un nivel de vida adecuado.
Entre tantos derechos, hay deberes para los individuos y para sus Estados. Ninguno se opone a la Declaración.
Sin embargo, es importante considerar que se especifica que la Declaración es un ideal que se debe promover (pero ideal, al fin y al cabo). No es poco común (y sí muy triste) que haya realidades que contradicen lo explicitado en la Declaración antes que apoyarlo.
Desde el espacio, cerca de nosotros
Si quieres reflexionar acerca de los Derechos Humanos puedes hacerlo desde la comodidad de tu sillón. Y no nos referimos a filosofar con música clásica de fondo y una pipa en tu boca. Basta con que bajes la iluminación y pongas una película en tu TV.
Quizás te imagines que hablamos de una película pesada, lenta, en blanco y negro, incluso. Pues no: cualquier película de superhéroes actual puede servir. Este tipo de películas suele poner en tela de juicio una cuestión que nos atraviesa día a día (sobre todo cuando se ven las noticias): ¿Vale la pena preservar la humanidad?
Nuestro derecho a existir
En las películas de superhéroes suele responderse a la primera de estas preguntas con discursos bien melodramáticos. Todos (o casi) llevan a la conclusión de que la humanidad, pese a todas sus falencias, merece ser salvada del villano de turno.
Tenemos un derecho casi natural a existir. Y a ser libres, porque bien sabe Hollywood que, si no están planeando un genocidio, los villanos siempre buscan dominar y esclavizar. Porque los humanos tenemos la amistad, las risas, los bailes, a veces nos sacrificamos por otros, y la lista continúa.
Parafraseando al tercer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: tenemos derecho a vivir, a estar seguros y a ser libres. La existencia de los valores que los superhéroes tanto aprecian, queda garantizada por el “Artículo 1”: nacidos libres e iguales, los humanos debemos vincularnos fraternalmente.
Por qué son importantes los Derechos Humanos
Afortunadamente (o por desgracia, solo el tiempo lo dirá) nuestra existencia no está garantizada por extraterrestres o mutantes en armaduras coloridas. También somos dignos de existir, incluso si no tenemos muchas ganas de enseñar lo bueno de la humanidad a los superhéroes que bajen a visitarnos. Los derechos humanos se aseguran de que sea así.
Al ser “fundamentales”, los derechos humanos se plantean como incontestables en el plano del derecho; como parte del sentido común. Definen cómo debe asegurarse que sea la existencia humana en sociedad. Que se respeten sus derechos vuelve humana a una persona. Asimismo, que esta persona respete los derechos de los demás, termina de convertirla en ser humano.
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